Inspiración
Tangó

De repente nos miramos y noto que por tus ojos acecha el arrabal.
—¿Cómo te llamás? —Me atrevo a preguntar.
—Malena. —Me sorprende tu voz de alondra.
Como un destello íntimo, como un espasmo lírico se deprende de mí la melodía y se introduce en el escote de tu blusa, huele en tus pechos el olor a madreselvas, se adhiere a tu piel, resbala por la seda de las medias y acompasa tu paso presuroso.
Aligero el andar pero vas tomando distancia envuelta en la neblina de una llovizna gris. No pude alcanzarte. No quise alcanzarte.
Tu nombre será canción.

El coronel ya no tiene quien le escriba
Pseudónimo
La columna, comandada con habilidad por el coronel, fue recibida con júbilo; se abrió camino entre la tupida vegetación y penetró en el territorio desconocido y virgen sin encontrar oposición. La huella que dejó a su paso llevaría su apellido más tarde. Luego de una estadía de varios meses, otras aventuras y conquistas requirieron de su intervención y abandonó la plaza, mas nunca la olvidó. Aquel lugar le traía recuerdos imborrables: al sur, las dos hermosas pilastras, pórtico de entrada al cañón que recorría con asiduidad, el montículo y el bosque húmedo, pletórico de vida, tibio y acogedor lugar que frecuentaba a menudo; el valle, en donde tantas veces descansó su cabeza de preocupaciones y fatigas; las imponentes montañas con sus manantiales hacia el norte, por donde paseaba casi todas las noches. Durante años mantuvo correspondencia con la idea de volver algún día, para recorrer aquellas veredas entrañables, dar sosiego a sus inquietudes y saciar su sed, hasta que se enteró que por descuido, aquellos dominios que antes fueron suyos, estaban ahora en manos del enemigo.

Pole dancing
Pitecantropus

Cuando llegué con dos amigos a un bar en aquel pueblo había pocos clientes. En una mesa al otro extremo, una bella mujer charlaba con uno de ellos. Al verla, me regresó la mirada y sonrió. La ignoré. No quería meterme en problemas en un lugar extraño lejos de casa.

Poco después el hombre partió, ella me miró nuevamente, y mientras se acercaba a nuestra mesa, la testosterona hacía ebullición. Platicamos por largo rato tomando cerveza, hasta que externó su deseo de bailar. Le tendí la mano para complacerla y rio. Me explicó que era su primer día en ese lugar y que no había un tubo. Entendí. En broma le ofrecí servirle de poste para que bailara para nosotros… y aceptó.

Ver y sentir, inmóvil, a esa hembra audaz asirse de mí, recorriendo con sensualidad su cuerpo y el mío mientras su ropa caía, incitándome, envolviéndose en mí, palpando la protuberancia en mi entrepierna y ofreciendo a mis ojos sus pechos en flor, un pubis apenas poblado y sus apetecibles contornos, era más de lo que podía soportar.

Cuando terminó la música yo estaba tan rígido como los cuerpos cavernosos que irrigan la región por donde paseó. Mis acompañantes tuvieron que intervenir antes de que sufriera un paro cardiaco fulminante. Me inclinaron. Uno me tomó de los pies, el otro de la cabeza y me llevaron hasta el auto. Fue imposible introducirme y tras varios intentos, tuve que regresar en autobús, de pie..
Carmen Simón
07 de January de 2021 / 01:37
A la Porra mis votos :)) 07 de January de 2021 / 01:37
Carmen Simón
 

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