La construcción de la memoria es una búsqueda constante de la identidad. Si bien somos lo que hemos sido, lo que hemos hecho, tal aventura deviene en darle un sentido a la existencia. ¿Nuestro pasado será nuestro presente? Osvaldo, el personaje de El perseguido de la luz, responde esta interrogante en un viaje que nos lleva a las varias vidas que tiene una vida, realidad que pretende detener en instantes fotográficos que muestran la lucha y el exilio, la orfandad y la huida de sí mismo, el paisaje, la oscuridad o el mar —presente en la toda novela como una inmensa metáfora a resolver—. Las historias que se entrelazan en esta aventura, que igual suceden en América, África o Europa, nos habla de lo terrible que son ciertas determinaciones humanas y su posible conciliación.
Reseña por Carlos Olivares Baró en el periódico La Razón el 23 de noviembre de 2021.
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