“¿Cuánto se tarda la luz de una estrella en llegar hasta nosotros?”, se pregunta Santiago mientras contempla el cielo nocturno desde el techo de su casa. Tiene 14 años y su mayor preocupación —antes de que sus padres decidieran separarse— era tener una Gibson Les Paul Blanca como la de Javier Blake de División Minúscula. “¿Cuántos golpes más voy a recibir antes que la vida decida buscarse a otro pendejo?” Todas las estrellas muertas es una novela de esfuerzos y fracasos. De música y silencio. De cuando la escuela, los amigos, la familia, lejos de ser lugares seguros, se convierten en territorios minados en los que la burla acecha. Historia de las primeras derrotas, las que dejan cicatrices y determinan qué tipo de persona será el que las padece. Pero también es la historia del delirio; ese que sólo se puede sentir cuando se toca o se escucha, a todo volumen, un acorde distorsionado.
Leopoldo Medina, Noroeste, 28 de enero de 2024
Fernanda Favela, El Sol de Sinaloa, 23 de enero 2024
Richard Osuna, Debate, 9 de enero de 2024
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