Tras haberse infectado del virus, la muerte lo encontró en su cama, tranquilo y en meditación.
–Sabía que, tarde o temprano, vendrías –, le dijo el hombre al advertir su presencia– justamente pensaba en ti cuando llegaste.
–Me simpatizas. Has sido un hombre justo y sabio – replicó ella mientras se acercaba– . Aunque sabes que no puedo dispensar a nadie de mi encargo y quien muere se va conmigo, sí puedo concederte un deseo terminal. Es tu última oportunidad de hacer el bien que siempre has hecho.
Casi sin pensarlo, como si conociera la respuesta de antemano, respondió:
–Aunque jamás le he deseado ni hecho mal a alguien, esta vez haré una excepción: quiero que mueras antes que yo.
Pseudónimo
14 de June de 2020 / 07:21
Salvador 14 de June de 2020 / 07:21
Pseudónimo
Taller 16 de June de 2020 / 10:34
Mónica Brasca
De acuerdo aunque... 16 de June de 2020 / 15:30
Pseudónimo
 

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