La guerra de los simios y los decibeles
En el condominio “Viena”, ningún vecino quería dar su brazo a torcer al inicio del confinamiento. Cuando alguien puso música, a otro no le gustó y encendió su aparato con la propia, a mayor volumen. Después vino un tercero y el conflicto escaló hasta convertir al edificio en un manicomio. Finalmente apareció un sensato que puso fin a la pesadilla. Llegó hasta el interruptor general y cortó la energía eléctrica. Tras las protestas, la medida nos hizo recapacitar. Ahora, sólo cantamos “a capella” en la ducha y hay planes para que debute nuestro coro, “Los simios cantores del Viena”, cuando termine el encierro.
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17 de June de 2020 / 13:11
17 de June de 2020 / 13:11
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