Realidad surrealista
El reloj marcaba las seis y media. Reflejado a través de la ventana, el sol parecía estar también en letargo, confinado a las cuatro paredes de los puntos cardinales. Todo era tan confuso y rutinario, que no acertó a saber si amanecía o era de tarde. Tampoco si era jueves o domingo, abril o junio.
Los días y las horas se repetían en un bucle cerrado que lo rodeaba como soga al cuello durante la cuarentena. Al romperse la endeble rutina sobre la que se apoyaba, sobrevino el desastre. El hombrecillo, colgado de falsas expectativas y con un nudo en la garganta, terminó asfixiado por la realidad. Sus manecillas marcaban también las seis y media.
Los días y las horas se repetían en un bucle cerrado que lo rodeaba como soga al cuello durante la cuarentena. Al romperse la endeble rutina sobre la que se apoyaba, sobrevino el desastre. El hombrecillo, colgado de falsas expectativas y con un nudo en la garganta, terminó asfixiado por la realidad. Sus manecillas marcaban también las seis y media.
Pseudónimo
18 de June de 2020 / 15:25
18 de June de 2020 / 15:25
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