Abencerraje: Subo mi mini para continuar con el taller.
El abuelo ya no está (nuevo título)
Las niñas no daban crédito al saber que verían de nuevo a su abuelo, después de meses desde que se impuso la cuarentena; hasta hoy que, sin tantas restricciones, saldría de la residencia. Se hicieron trenzas en el cabello para verse como a él le gustaba y, con los zapatos que les regaló la Navidad pasada, salieron dando brincos rumbo al auto. En el trayecto, se acordaron de cuando lo acompañaban a comprar helado, y reían de la ocasión que las dejó olvidadas en el parque y nunca se dieron cuenta que se había ido. Fue la abuela que, al verlo llegar sin ellas, salió de prisa a buscarlas. Jugaban en los columpios creyendo que él leía en una banca, como era su costumbre, tan persistente como la de olvidar a ratos. Mientras ellas seguían alegres y recordando anécdotas, un nudo en la garganta me impedía decirles cómo saldría de aquel asilo, ni por qué.
Las niñas no daban crédito al saber que verían de nuevo a su abuelo, después de meses desde que se impuso la cuarentena; hasta hoy que, sin tantas restricciones, saldría de la residencia. Se hicieron trenzas en el cabello para verse como a él le gustaba y, con los zapatos que les regaló la Navidad pasada, salieron dando brincos rumbo al auto. En el trayecto, se acordaron de cuando lo acompañaban a comprar helado, y reían de la ocasión que las dejó olvidadas en el parque y nunca se dieron cuenta que se había ido. Fue la abuela que, al verlo llegar sin ellas, salió de prisa a buscarlas. Jugaban en los columpios creyendo que él leía en una banca, como era su costumbre, tan persistente como la de olvidar a ratos. Mientras ellas seguían alegres y recordando anécdotas, un nudo en la garganta me impedía decirles cómo saldría de aquel asilo, ni por qué.
Cuentacuentos
25 de June de 2020 / 23:55
25 de June de 2020 / 23:55
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