Los días de sol y la playa, las excursiones al campo, los niños jugando en la fuente, el olor de la tierra recién llovida; las rosas del jardín, chapotear en los charcos, visitar a mis padres y las charlas hasta el anochecer en la terraza. Estampas y bellos recuerdos de veranos soñados que se olvidan poco a poco al despertar. Indiscretos e insolentes, mi cara en el espejo y los cabellos en el lavamanos me revelaron sin pudor esta mañana que ya es un nuevo día. Hoy todo cae por su propio peso: las hojas de los árboles y las del calendario, el cabello que pierde su color, los dientes desgastados, el vigor y la carne firme. Se acabó el sueño. Ya es otoño.