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Todo texto (sin importar su extensión) es un universo en sí mismo. Y como tal... establece reglas que son intrínsecas a sí mismo. Reglas que de no respetarse provocan que el universo se desmorone. No es un capricho mío... sino una exigencia del texto mismo. Respetar la congruencia de un texto es una de las principales obligaciones de su autor.

Al trabajar un texto... no sé hacen concesiones... se experimenta con las variables dentro del texto... con las posibilidades del texto. El problema de todo autor consiste en negarse a jugar con su texto... en creer que debe aferrarse a su primera versión y ser incapaz de experimentar con su trabajo.

Cuestionar es importante a lo largo de todo el proceso de escritura... incluso al final... y antes de escribir. Sin cuestionamiento no hay literatura.

La lógica lo es todo en literatura... pero no la lógica externa... sino la lógica interna del texto. Lo que el texto demanda... necesita. Dar la espalda a esa lógica es dar la espalda al texto y condenarlo.