Sentado en un banco del parque Julián daba instrucciones a Toby.

— No te vayas a subir al sofá, no rebusques en la basura, no ladres al quedarte solo, cuando te saquen no tires de la correa, ni protestes si te ponen el bozal, y no te escapes para perseguir a otros perros.

Toby lo miraba y levantaba las orejas mientras Julián lo amenazaba con el dedo.

— Supongo que esas órdenes también serán para mí, que tendré que tenerlas en cuenta —le interrumpió Tomás.
— Los perros, como las personas, necesitan un mínimo de disciplina —le respondió, para inmediatamente volver a dirigirse a Toby.
— Obedece a Tomás en todo, es tu dueño desde este momento. Y una última cosa Toby, cuando me vaya, no vuelvas la cabeza.
— ¿No quieres quedártelo, aunque sea por un tiempo? —le propuso Tomás que había visto los ojos vidriosos de Julián.
— No, esa es mi decisión, me ha costado mucho tomarla, no hagas la despedida más larga.
— Está bien —contestó al tiempo que le ponía la correa a Toby y se levantaba.
— Y una última cosa Tomás, cuando me vaya, no vuelvas la cabeza.

Julián sacó de su bolsillo una cajetilla de tabaco, con un golpe certero hizo salir un cigarrillo, lo encendió y le dio una profunda calada que aguantó unos segundos con los ojos cerrados, mientras las farolas comenzaron a encenderse lentamente.
Crispín
16 de February de 2017 / 10:02
Últimas voluntades 16 de February de 2017 / 10:02
Crispín
Taller 18 de February de 2017 / 05:53
José M. Nuévalos
 

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