Como era costumbre, al ser el primogénito del primer hijo varón, se llamaría José Everardo. López-Gómez sería su apellido paterno. El materno, Aramburustieta, carecía de importancia, según la usanza de aquella familia de orgulloso abolengo. Algo vino a empañar aquella añeja tradición cuando se supo que el niño no era hijo de quien se decía su padre, que a su vez no era descendiente del abuelo, en quien tampoco corría sangre del bisabuelo. Esa era otra costumbre que reveló el estudio del ADN en el árbol genealógico.
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