–Que declare el acusado –ordenó el juez.
–No lo hice con mala fe, su señoría. Usted bien sabe que, en el pueblo, las diferencias y los oprobios se dirimen a balazos.
–Lo sé, pero usted cometió un flagrante asesinato. ¿Cómo se declara? –exclamó el magistrado.
–Yo no fui quien la mató, señor juez, ni mi pistola o la bala, que iba dirigida al cabrón de mi compadre, sino la puta costumbre de mi mujer de estar siempre en el lugar y momento equivocados.
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17 de September de 2020 / 14:46
El lado izquierdo de la cama 17 de September de 2020 / 14:46
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tallereo 1 27 de September de 2020 / 13:04
carlos martín briceño
De acuerdo... 27 de September de 2020 / 15:27
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