Durante toda su vida ahorró cuanto pudo. Al declararse la pandemia y quedar desempleado, prefirió no echar mano de sus reservas. Las estrecheces no le parecieron motivo suficiente para deshacerse de esa fortuna que tanto sacrificio le había costado reunir. Al morir de anemia, sus deudos y herederos ni siquiera se tomaron la molestia de rezar un rosario en el sepelio. Se fueron a celebrar que pronto, muy pronto, serían ricos.
Humo blanco
18 de September de 2020 / 20:54
Avaricia 18 de September de 2020 / 20:54
Humo blanco
Taller 19 de September de 2020 / 08:41
Elisa A.
 

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