Hace unos días, leyendo a Richard Dawkins, meditaba acerca de que, entre la abrumadora cantidad de combinaciones posibles en el universo, heredamos una conjugación exitosa de casualidades llamada genoma. Tuve que reconocer que nuestra existencia como especie es el resultado de un accidente, dichoso o desafortunado según se quiera ver; un mero fruto del azar. Y finalmente concluí que, en pocas palabras, somos –tristemente– hijos del albur.
Volkandert
01 de November de 2020 / 03:13
Linaje incierto 01 de November de 2020 / 03:13
Volkandert
Taller 16 de November de 2020 / 09:51
Carmen Simón
 

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