Sabe que hay muchas clases de horrores que pululan en el universo y en la literatura. Monstruos, fantasmas, espectros y engendros de toda clase, deformidades, sustancias viscosas, garras, pelos, dientes gigantescos, locura, los misterios insondables del cosmos, insignificancia, muerte y tantos más que es inútil enumerarlos. Ya otros se han encargado de hacerlo razonablemente bien, aunque cree que no hay nadie mejor que él para ello. Su osadía no tiene límites. Como escritor que aspira, suspira y transpira por la fama, no le teme a nada en realidad, excepto que le aterra que se agote la inspiración para seguir escribiendo de cuantos horrores se le ocurren en sus execrables y vomitivas historias de terror.