Sus miradas se cruzarían cuando ella baja la escalera y él levanta la vista para pedir la cuenta. Su vestido rojo habría atraído su mirada y después, su rostro. El ambiente se tornaría eléctrico, hay silencio y penumbra mientras dos destellos, acompañados de un intercambio de sonrisas, iluminarían sus ojos en ese instante. Él se acercaría y convencería de ir a su mesa con cualquier pretexto; charlarían al calor de un buen vino entre risas y gestos amistosos, irían a bailar y, más tarde, el primer beso daría inicio al siguiente capítulo. Para el tercero, sus manos estarían recorriendo sus cuerpos con avidez y pasión sobre la cama. Él jadearía salpicado en sudor, en tanto ella no pararía de gemir de placer mientras juntos se remontarían a las alturas hasta llegar al final.

Al amanecer, dos desconocidos inician su día, tan monótono y rutinario como cualquier otro; nada ha sucedido entre ellos, ni lo sospechan. La tarde anterior, al bajar ella la escalera, vio a un hombre dar un sorbo a su taza de café en una mesa; y cuando él alzó la vista, una mujer vestida de rojo salía del restaurant. Nada ocurrió, en efecto. Todo yace en el mundo de las fantasías eróticas que no se cumplen, el universo alterno de las oportunidades perdidas y los deseos insatisfechos de de cada quien, por solo unos segundos de diferencia.
Pseudónimo
16 de December de 2020 / 17:57
Unos segundos 16 de December de 2020 / 17:57
Pseudónimo
Comentario I (taller) 18 de December de 2020 / 23:21
José M. Nuévalos
 

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