Programa de protección a testigos
¿Color de ojos? Por favor, azules. Como los de mi madre. ¿Nariz? Respingada, desde luego. ¿Silueta? Reloj de arena, por supuesto. El bisturí de fotones moldeaba el nuevo cuerpo dejando caer virutas de píxeles. La envían a un chalet junto a un lago rodeado de pinos y acacias. Atrás quedó esa realidad en forma de un esposo ligado a la mafia, ahora un cadáver tirado en el piso de la cocina que al caer conservó la mano en alto sin descargar el golpe. Mientras ella, con una nueva identidad y un aspecto remozado, se ocultaba en el mundo virtual.
Navegando entre líneas
16 de January de 2021 / 23:56
16 de January de 2021 / 23:56
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