A escondidas, se enteró de los proyectos de su nuera: se casaría apenas le terminara la mortaja. Era la sentencia de muerte para el viejo. El tiempo y las batallas redujeron su antaño perfil griego a un nido de canas y huesos sobresaltados. Pero los vivaces ojos del polluelo aún brillaban en el fondo del rostro agrietado. Todas las noches, mientras Penélope fornicaba, Laertes descocía el sudario.
Malvadisco
16 de March de 2017 / 13:21
Estratagema 16 de March de 2017 / 07:07
Malvadisco
Por favor, esta versión, sr/sra tallerista 16 de March de 2017 / 13:21
Malvadisco
Taller 18 de March de 2017 / 05:07
José M. Nuévalos
 

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