Conversaba con mi novia cuando me preguntó:
–¿A dónde vas ahora?
–Al cajero automá… –. Un fuerte golpe en la cara interrumpió mi respuesta y caí al suelo sangrando por la nariz.
No era la primera vez que uno de esos infelices se cruzaba en mi camino y me agredía sin provocación. Alguien debería poner orden y enseñarles a respetar y comportarse con mayor civilidad. Enviar mensajes de texto en la calle se ha vuelto peligroso con tantos árboles y farolas sueltos por ahí.