Salvia
Aquel árbol parecía la mano de un muerto escapando de la tierra: seco, con los brazos como dedos crispados, arañando el cielo.
—Córtalo de tajo antes de que logre su propósito —le pedía siempre a mi marido.
Él me miraba atufado, tumbado en el sofá y con el control de la tele en la mano.
—Estás loca —gruñía negándose.
Un día, ni mi marido, ni yo, ni cuantos vivíamos en aquel páramo volvimos a tener calma. La garra siniestra salió y con él cientos de árboles muertos sedientos de nuestra salvia. Dicen que el fuego podría ser nuestra salvación, pero con el maldito cambio climático, ahora el cielo no deja de llover. No hay refugio seguro. No hay escapatoria. No hay paz.
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—Córtalo de tajo antes de que logre su propósito —le pedía siempre a mi marido.
Él me miraba atufado, tumbado en el sofá y con el control de la tele en la mano.
—Estás loca —gruñía negándose.
Un día, ni mi marido, ni yo, ni cuantos vivíamos en aquel páramo volvimos a tener calma. La garra siniestra salió y con él cientos de árboles muertos sedientos de nuestra salvia. Dicen que el fuego podría ser nuestra salvación, pero con el maldito cambio climático, ahora el cielo no deja de llover. No hay refugio seguro. No hay escapatoria. No hay paz.
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Corteza de roble
01 de February de 2021 / 18:08
01 de February de 2021 / 18:08
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