Farabeuf lavó sus manos, se colocó los guantes y comenzó. Una decena de estudiantes lo observaban, a él y a un textito que yacía sobre una plancha metálica. “¡Está enfermo!”, murmuraban desde la gradería en aquel antiguo anfiteatro. Otros sencillamente cubrían su boca con paños o con las mangas de su bata estudiantil. De pronto, todos se detuvieron para ver lo que representaría un logro inaudito de la ciencia médica: El doctor levantó entre sus manos una idea, libre de desvarío, de ocurrencias; al fin podían verla, después de décadas de teorías e hipótesis, pudieron confirmar su existencia en estado puro; pero algo más grande ocurrió entonces, se dieron cuenta de que aquello indecible en cuya extraña anatomía textual jamás se había descrito, era su fugacidad.
Cuervo Azul
25 de March de 2021 / 11:07
Disección teorética 25 de March de 2021 / 11:07
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