Por mandato divino
Son los dioses que deciden quién ha de partir. Los oí, por primera vez, a los quince años, me pidieron la sangre de un conejo. El temblor de su pata al sucumbir me asustó, pero me sedujo. Ellos saben demasiado de mí. A los diecisiete exigieron a mi mejor amigo. No tuve más remedio que obedecer e inmolarlo, después de todos son omnipotentes y yo un simple mortal. Desde entonces, como un azteca procurando la longevidad del sol, sacrifico a todo aquel que es señalado. Quizás esta noche por pura suerte tuya y devoción mía, ya oigo el bisbiseo de sus voces, visite tu casa.
Black Dot
01 de April de 2021 / 21:13
01 de April de 2021 / 21:13
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