VOCACIÓN
La mejor manera de canalizar mi vocación, aseguró papá, sería estudiar Medicina. Con grandes esfuerzos, vendiendo hasta el gato, pagó la matrícula y me envió a la capital. El primer día, el aburrimiento que me causaba la perorata del engolado profesor de anatomía se esfumó cuando abrió el estuche donde guardaba bisturís y hojillas afiladas, tijeras, trépanos, sierras en miniatura, y fui presa de un nerviosismo incontrolable al ser seleccionado para iniciar la disección del cadáver tendido sobre la plancha del anfiteatro. Desde entonces no paro. Qué contento estará mi padre, quien ya no tiene edad, el pobrecillo, para continuar enterrando los frutos de mis escapaditas nocturnas en el patio de casa.
Valyria
10 de April de 2021 / 04:22
10 de April de 2021 / 04:22
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