Toda autobiografía que pretenda ser tomada en serio precisa de una semblanza del personaje, en especial si se trata de un desconocido como yo, Aquiles Mata, un sórdido pero muy astuto asesino serial que aspira a la gloria. Antes de empezar, debo confesar que enfrentarme a Sherlock Holmes o a Hércules Poirot ha sido siempre mi mayor ilusión, y lograrlo podría marcar la diferencia entre la rutina y el aburrimiento que hoy me aquejan y una vida plena, llena de emociones. Quizá la de ellos también se vería enriquecida. Seguirme la pista y esclarecer mis asesinatos exigiría de ellos toda su sagacidad. Tal vez más. Sería un buen reto para ese par que, a pesar de su inteligencia, sería incapaz de apresarme. Lo aseguro. Por los lazos que nos unen, comparto muchas de sus cualidades, en tanto que por mis venas corre esa misma sangre fría heredada de la madre que nos dio vida y que me permite ser tan escurridizo: la tinta.