Clic
Ya no era necesario perseguir a mis víctimas por las calles y llenarme las manos de sangre. Las descubría en las redes y las espiaba. Entablábamos amistad y mi apariencia cambiaba según el entorno. Era fácil convertirme en hombre o mujer, en niño o una jovencita alocada, según el caso. Entraba a su vida y a sus secretos con unos cuantos clics. Después venía el acoso. Algunas fotografías comprometedoras, secretos o intimidades divulgados y amenazas eran suficientes para ello y para hacerlas sufrir. Lo disfrutaba a control remoto. Lentamente aumentaba la presión como un cuchillo sobre el cuello hasta hacerlas perder el juicio y, de paso, la vida. Es sorprendente lo que puede lograrse con la tecnología. Jamás pensé que fuera posible asesinar desde la virtualidad ni que la muerte estuviera a un clic de distancia.
Camaleón
19 de April de 2021 / 23:00
19 de April de 2021 / 23:00
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