La prontitud, la limpieza y la precisión me han obsesionado desde el principio. Las consecuencias irrevocables de los actos, me producen una fascinación peculiar, me intrigan. Hablan de que todo en el universo posee, intrísecamente, destino y un fin. La estética de la muerte tiene sus encantos y una extraña belleza casi poética. La inexpresión o la abundancia de gestos son inquietantes y contradictorios pero hermosos de cualquier forma y al final, la paz reflejada en los ojos inertes es reconfortante. A todo lo que otros hallan abominable le he encontrado una explicación y una razón de ser. Aunque ya no queda más por explorar y estoy satisfecho, se que la curiosidad y mi perseverancia no permitirán que me aparte del camino. El barranco a ambos lados es infinitamente profundo y oscuro. Regresar es imposible y, honestamente, indeseable; solo queda seguir caminando y disfrutar del paisaje.