Respuesta al comentario
Hola, Abencerraje.
Me parece que con un cambio de tiempos cambiaría esa percepción y el "manual" se transformaría si no en toda, en una parte de una autobiografía. De paso, aprovecho para hacer otros ligeros cambios. Lo pongo a consideración. Aquí va:
Competencia desleal
Para tener éxito en este oficio que linda con el arte había que hacer algunos sacrificios. El ceremonial era muy similar en todos los casos: llanto, gritos, súplicas, sangre. Después seguía la fastidiosa rutina de deshacerse de los cuerpos, borrar las huellas, idear coartadas, tomar un baño, volver a vestirse y disponer apropiadamente de la ropa sucia y el arma, pero siempre pensé que hay que hacer las cosas bien, con pulcritud y profesionalismo para sobresalir. Lo que resultaba desmotivador era llegar a casa para enterarme que un idiota con un rifle automático había despachado diez, quince o veinte en unos minutos y, sin el menor recato, huía antes de ser identificado. Era difícil competir con esos delincuentes informales e improvisados que no dan la cara y que, en el colmo de su irresponsabilidad, dejaban atrás una estela de muerte y un cochinero.
Quedo atento a los comentarios
Saludos
Me parece que con un cambio de tiempos cambiaría esa percepción y el "manual" se transformaría si no en toda, en una parte de una autobiografía. De paso, aprovecho para hacer otros ligeros cambios. Lo pongo a consideración. Aquí va:
Competencia desleal
Para tener éxito en este oficio que linda con el arte había que hacer algunos sacrificios. El ceremonial era muy similar en todos los casos: llanto, gritos, súplicas, sangre. Después seguía la fastidiosa rutina de deshacerse de los cuerpos, borrar las huellas, idear coartadas, tomar un baño, volver a vestirse y disponer apropiadamente de la ropa sucia y el arma, pero siempre pensé que hay que hacer las cosas bien, con pulcritud y profesionalismo para sobresalir. Lo que resultaba desmotivador era llegar a casa para enterarme que un idiota con un rifle automático había despachado diez, quince o veinte en unos minutos y, sin el menor recato, huía antes de ser identificado. Era difícil competir con esos delincuentes informales e improvisados que no dan la cara y que, en el colmo de su irresponsabilidad, dejaban atrás una estela de muerte y un cochinero.
Quedo atento a los comentarios
Saludos
Lafitte
24 de April de 2021 / 17:09
24 de April de 2021 / 17:09
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