Relevo
Abandonado desde pequeño, su existencia transcurrió en las calles hasta llegar a viejo. Se lamentaba de no haber hecho nada en la vida y no veía posibilidades de trascender. Sin embargo, sospechaba que tenía un ángel protector, pues jamás hubo una Nochebuena en la que no recibiera un regalo. A mediados de diciembre, en la penumbra de su vivienda improvisada, recibió la visita de un anciano de barba blanca, botas y un peculiar atuendo rojo quien llevaba un paquete bajo el brazo. Pensó que había llegado su hora.
—Sé que habrás de perdonarme algún día, hijo mío —le anunció con voz trémula —. Era necesario que pasaras esta dura prueba y sufrieras privaciones para entender el sentido de la humildad y la generosidad. Llegó el momento de que heredes el puesto y de ponerte esta ropa para continuar mi ingrata labor. Yo ya estoy fastidiado y me jubilo. Feliz Navidad, jo, jo, jo.
—Sé que habrás de perdonarme algún día, hijo mío —le anunció con voz trémula —. Era necesario que pasaras esta dura prueba y sufrieras privaciones para entender el sentido de la humildad y la generosidad. Llegó el momento de que heredes el puesto y de ponerte esta ropa para continuar mi ingrata labor. Yo ya estoy fastidiado y me jubilo. Feliz Navidad, jo, jo, jo.
P. Razo
17 de May de 2021 / 21:24
17 de May de 2021 / 21:24
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