Llevaba apenas un par de días viviendo en esa casa y, al explorar el sótano para remozarlo, descubrí aquel tornillo que sobresalía del piso. La curiosidad me hizo girarlo y noté que no estaba apretado. Le di vueltas hasta que conseguí sacarlo. En ese momento tuve la sensación de estar en un ascensor y percibí cómo toda la vivienda crujía y empezaba a elevarse. Corría la ventana y comprobé que ya estaba varios metros por encima del suelo. Cuando llegué a la puerta principal, la altura ya era mayor. Saltar era arriesgado y decidí permanecer adentro y ver qué pasaba. Con seguridad, alguien reportaría el inusual avistamiento de una casa voladora no identificada y vendrían a rescatarme. Al cabo de varios días, cuando los aviones de la fuerza aérea empezaron a disparar me di cuenta de mi error. Mientras esquivaba la metralla, alcancé un pañuelo blanco, lo saqué por una ventana y lo agité. De inmediato cesaron las hostilidades y sin dejar de apuntarme vinieron por mí en un helicóptero. Fui llevado a una base militar para interrogarme y realizar estudios de todo tipo. Luego de decirles que todo era culpa de un tornillo flojo, parece que entendieron el problema. Se echaron a reír asintiendo entre ellos y,sin más explicación, me recluyeron en el siquiátrico. No es justo. ¿Así tratan a quienes tenemos espíritu explorador y nos gana la curiosidad?
Gesel van God
18 de October de 2021 / 02:37
Área 51 18 de October de 2021 / 02:37
Gesel van God
Considerar esta versión corregida, por favor 18 de October de 2021 / 23:23
Gesel van God
Taller 20 de October de 2021 / 14:32
Elisa A.
 

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