:l pecado de la carne
Ver aquellos cuerpos perfectamente bronceados le nublaba la razón y despertaba su más feroz apetito. La tentación al ver esas piernas y torsos desnudos era irresistible. Sabía que, al ceder a ella, faltaba a sus principios, corría riesgos y, además, debía enfrentar el repudio de su mujer. Poco le importó y minutos después se le veía entregado a un placer largamente prohibido, disfrutando a manos llenas de uno de aquellos apetitosos pollos rostizados en una banca del parque mientras musitaba: "al diablo con la dieta, el vegetarianismo y el peligro de otro infarto".
Phileas Fogg
18 de January de 2022 / 17:07
18 de January de 2022 / 17:07
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