Entra a casa sin saludar. No lo sabe, pero la altanería es un defecto que todos ellos nos hacen sufrir. Silencioso se recuesta en un sillón y desde ahí mira hasta caer dormido. Las ocasiones en que se arrima a mi lado son solo para buscar alguna caricia o un lugar tibio en donde descansar. En las noches lo veo partir como quien sabe que su destino es nunca tener un dueño, no necesita la compañía de los simples mortales. Dentro de él habita la memoria de la gran Alejandría, de Luxor y Karnak, pero también la magnífica simplicidad del cazador de ratones.
Black Dot
03 de May de 2022 / 04:03
Abisinio 03 de May de 2022 / 04:03
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Taller 04 de May de 2022 / 09:35
Jorge Oropeza
 

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