Los días y las noches eran posibles y llevaderos en su compañía. Era su ancla en el mundo. Esas tenues vibraciones, que apenas percibía con las yemas de sus dedos sobre aquel pelambre hirsuto del felino, le transmitían lo que su viejo amigo degustaba, veía, escuchaba u olía por él.

Cuando las tinieblas envolvieron al gato, no quiso importunarlo. Alejó discretamente su mano antes de precipitarse más allá de las profundidades.
Luz y Fer
18 de May de 2022 / 18:06
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Elisa A.
 

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