Ante la mirada inquisitiva de la profesora, pasó la tarde practicando las lecciones. Ya sabía arquear la espalda en esa curvatura de placer que tanto excitaba a los hombres y dominaba a la perfección el arte de caminar con cautela como si andara entre vidrio roto. Por fin la maestra dio su aprobación con un guiño de sus ojos rasgados. Antes de salir a la cita, la recompensó con una lata de atún y una bola de estambre que deshizo entre las garras.
Carabela
18 de May de 2022 / 18:40
Felina 18 de May de 2022 / 18:40
Carabela
Taller 22 de May de 2022 / 01:52
Elisa A.
 

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