Mi expedición tenía por objeto estudiar el comportamiento de diferentes especies de hongos ante la ingravidez, los rayos cósmicos y otros factores que solo se encuentran fuera de la Tierra. Días después de haber partido encontré una anomalía espacial más allá de los límites del sistema solar. Aunque cruzarla no fue fácil, al hacerlo descubrí que el firmamento era idéntico al que había visto del otro lado, con la salvedad de que estaba invertido. El viaje continuó y poco después me encontré frente a Los, una astro radiante, rodeado por Oirucrem, Sunev y Arreit. Más allá distinguí a Etram, Retipuj y Onrutas, en tanto que Onaru, Onutpen y Notulp ya estaban fuera de alcance, al igual que mi mente, que vagaba como cabra montaraz por el cosmos a causa de los curiosos hongos psilocibios que ingerí.