Al final del camino
Se quedó sin palabras. El largo camino que había recorrido finalmente lo condujo hasta la inmensa finca en la mitad de la pradera, rodeada por una alta barda electrificada que se perdía en el horizonte. Un solícito portero que parecía flotar en el aire lo atendió amablemente, abrió el enorme portón y le indicó que tomara el camino recto. No fue necesario caminar: el piso se deslizaba debajo de él y, después de unos minutos, lo llevó hasta la casa. Nuevamente se quedó mudo ante aquel soberbio palacete de moderna arquitectura en medio de jardines, una huerta y un pequeño lago. Lo recibieron dos edecanes ataviadas con blanquísimas túnicas que impedían ver sus pies, que parecían estar suspendidos, y lo llevaron hasta una amplia estancia, donde inmensos hologramas de pared a pared y de piso a techo reproducían, al instante, cualquier cosa en la que él pensara mientras escuchaba la música que lo había acompañado toda su vida. Más le sorprendió que una de aquellas hermosas criaturas le trajera su bebida predilecta, y la otra, adivinara sus gustos y le ofreciera una fuente con toda clase de frutas, mariscos, quesos y embutidos que sacó de un aparato empotrado en una columna. En el techo, otro holograma mostraba la bóveda celeste con increíble detalle, en tanto que la luz se adaptaba automáticamente mientras oscurecía. De pronto, apareció una silueta brillantísima al fondo de la habitación, y mientras se acercaba sin dar un paso, le decía: "Hijo mío, bienvenido a esta tu casa, la casa de Dios. ¿No te parece genial?".
Pi
15 de June de 2022 / 07:48
15 de June de 2022 / 07:48
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