"Dee objetividad y distorsiones”

Estaba a punto de abandonar aquel hospital psiquiátrico que, durante dos meses, le había ayudado a luchar contra su mente enferma. Ya podía distinguir gigantes de molinos o mantener una idea en su mesura, sin convertirla en obsesión; en fin, discernir. Y estaba asustado. Deambulando cabizbajo, divisó la bata blanca de su médico y se dirigió a él: “Tengo miedo, doctor”. Con cariño, el galeno puso una mano sobre su hombro: “Pero si ya te vas, ¡estás curado¡, a lo que el paciente respondió tembloroso: “Me da miedo la realidad en su verdadera dimensión “.