Y fue Dios quien, después de crear el universo, dio vida a la humanidad para que ésta tuviera en qué entretenerse, para descubrir sus insondables misterios jugando a las adivinanzas y se tomara el trabajo de arrastrar el lápiz para escribir sus propias versiones. Más tarde pasarían por el editor, que mostraría su escepticismo con movimientos de cabeza, esbozando una sonrisa al leer aquellos cuentos, casi humorísticos e inocentes, tan llenos de candor como fantasiosos. Tras meditarlo, decidiría dejar los textos como estaban. Después de esa prolongada y narcisista infancia, la raza humana tendría la oportunidad de descubrir la verdad al crecer.
Gesel van God
14 de July de 2022 / 17:25
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Mónica Brasca
 

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