Gracias, Daniel. Aquí va de nuevo
En cuanto se apeó del auto, frente a la Plaza de la Ópera, cobró a su primera víctima. Mientras avanzaba, más muertos caían a sus pies. Era imposible resistirse al fuego de sus labios, a la mirada penetrante de aquellos ojos verdes o a ese ondulante movimiento de serpiente. Pensé que sería un crimen privarme del espectáculo desde mi lugar privilegiado en la terraza del Café de la Paix, pero cambié de opinión cuando la vi llegar frente al hombre en la mesa contigua. Sacó discretamente un arma del bolso, disparó a quemarropa y, sin inmutarse, dio la vuelta para continuar matando transeúntes con aquel cuerpo de Atenea, mientras se confundía entre la multitud.
Saludos
Saludos
Pepe Le Pew
09 de August de 2022 / 16:54
09 de August de 2022 / 16:54
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