Cuando el sacerdote Ramón escuchó ruidos en la sala de su casa, sacó su pistola de la gaveta y bajó con cuidado; en la oscuridad, sintió que alguien le aprisionó el cuello y ambos forcejearon en el piso. Él se dejó arrebatar el arma y el ladrón, sin pensar, disparó. Allí mismo quedó el delincuente sin vida y el sacerdote, jadeante, sonreía, mientras se persignaba. Esa pistola que dispara a la inversa no había sido una mala idea.
Héctor
19 de August de 2022 / 16:02
El quinto mandamiento (viene del día 8. Corregida) 19 de August de 2022 / 16:02
Héctor
Jajajaja, mirá el curita... 20 de August de 2022 / 10:52
Agamenón
Seleccionado 21 de August de 2022 / 05:40
Eliana Soza
 

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