Deyanira
El viento se cuela por las ventanas para pasearse por el cuerpo de la que duerme. Se le enreda en las piernas, le lame los muslos, le acaricia el pubis, besa el ombligo perfecto y trepa hasta sus pechos, donde retoza feliz. En el sueño, Deyanira, sabe que es Neso y no el aire quien la goza. Musita el nombre del centauro mientras saborea un orgasmo onírico. Heracles yace despierto, la oye llamar al otro llena de placer. El fuego alimentado por sus celos lo consume hasta que no es más que el montón de ceniza de una hoguera de celos que acaba con su vida.
Black Dot
11 de August de 2017 / 13:45
11 de August de 2017 / 13:45
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