Sentada sobre una manta en posición de loto, la mujer enarbola su libro y lee. Parece en verdad concentrada, ajena a las bocinas, las sirenas, los aromas a comida y a la multitud apurada que la esquiva, indiferente. Ella no la está pasando bien. Al menos es lo que anuncia en letra desprolija sobre un cartón trozado a mano: “Mujer sola y cansada, no tengo donde ir”. Los pocos que la miran se sorprenden y contados transeúntes aportan unas monedas a su plato de latón. La esquina elegida es ideal, pero ella no da el physique du rôle: es joven, bella y parece saludable. Por la noche, su ubicación privilegiada le jugará en contra. Cuando deje de leer y se disponga a dormir, no tendrá cómo apagar las luces de Broadway y la Séptima Avenida.
Telares
15 de November de 2017 / 13:47
La lectora 15 de November de 2017 / 13:47
Telares
 

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