La anciana se sentó en la banca. El parque a esas horas estaba solo. Era un día gris y frio. El viento se metía por cualquier recoveco en la ropa y calaba los huesos. Las hojas de los robles y maples se venían abajo como suicidas tirándose de un puente. Y la viejilla seguía sentada en el mismo lugar. Hablaba sola, reía por momentos, luego lloraba para volver a hablar y soltar una carcajada. Me marché a casa. Al llegar a los linderos del parque volví la cabeza para mirarla una última vez. “pobre mujer, debe estar loca”, pensé. A la mañana siguiente la encontraron muerta en el parque. Hipotermia dijeron. Creo que su espíritu estaba roto.
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17 de November de 2017 / 15:30
Una tarde del verano 17 de November de 2017 / 15:30
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Taller 21 de November de 2017 / 16:40
José Manuel Ortiz Soto
 

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