La anciana vuelca el contenido de la vasija de barro sobre la mesa y comienza un canto de gruñidos y lamentaciones. Me pide que escriba con un dedo el nombre de la mujer que amo y después lo borre, que dibuje su imagen y la deshaga, que agarre un puño de cenizas y las restriegue lentamente por todo mi cuerpo. A su vez, ella toma una pizca de cenizas y las deposita en mi boca.
“Degústala, que sea parte de ti, que siempre te acompañe a donde vayas”.
Le pregunto a la anciana que en cuánto tiempo veré los resultados de su trabajo.
Se indigna:
“Sólo Dios lo sabe. Pero vete tranquilo, que nosotros ya hicimos nuestra parte”.
Ángel azul
03 de April de 2018 / 11:30
Mal de amores 03 de April de 2018 / 11:30
Ángel azul
Seleccionado para tallerear 28 de April de 2018 / 19:53
Eleasar
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.