Después de tanto rogar sin éxito por un bebé en los orfanatos, la pareja acudió al hechicero. Envuelto en encajes de vapor dorado, el anciano les preparó una mezcla con arcilla, raíz de mandrágora y semen de uno de ellos. A los veintiocho días, unido a una cáscara de huevo por medio del cordón umbilical, nació el peculiar niño. A pesar de que apenas creció unos cuantos centímetros, su gran inteligencia lo hacía preguntar por su extraño origen de cuna de nácar. Y aunque cada vez sus rasgos se asemejaban más a uno de sus progenitores, no dudó en envenenar el café de los dos. “Yo quería una mamá”, explicó a la policía, y terminó su corta vida en una jaula para palomas. El hechicero agradeció aquella condena a veinte años de cárcel por librarlo de correr la misma suerte que sus antiguos clientes.
Mónica Brasca
29 de April de 2018 / 07:14
Selección del 14-4: “Pulgarcito”, de Malvadisco 29 de April de 2018 / 07:14
Mónica Brasca
 

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