La policía secreta nunca encontró rastros del objeto más sagrado de la revolución que, sin embargo, alentó a los insurrectos a derrocar al presidente vitalicio. Al grito de “¡Abajo los políticos corruptos!”, la cabeza del dictador caía en una canastilla, mientras en las sienes de un plebeyo se fijaba aquella corona que relumbrada a la luz del sol después de estar tanto tiempo olvidada en un museo.
F.C. Perezcardenas
04 de June de 2018 / 14:39
Sel. del 19: A la vista (por Malvadisco) 04 de June de 2018 / 14:39
F.C. Perezcardenas
 

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