Con correcciones. Las Gárgolas de la iglesia.
Es una calamidad que en este templo sagrado, el único sitio en que me siento en paz, tenga que ver a esas horribles criaturas. No puedo poner mi vista encima de ellas por más de unos segundos sin sentir ese impulso que me dice: huye. Aprieto los parpados tan fuerte que mi cuerpo todo mi cuerpo se vuelve piedra. Así permanezco hasta que dejo de oír sus incesantes murmullos. Entonces aligero los músculos y respiro profundo sintiéndome a salvo.
Caim Reyes
04 de September de 2018 / 16:48
04 de September de 2018 / 16:48
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