Sabía usted, querido lector, que las gárgolas de la iglesia tienen una reunión semanal para discutir sobre los problemas de la parroquia. Si, imagínese, todas abandonan sus respectivos puestos, dejan una huella de polvo por el piso, y se encuentran en el campanario casi siempre a las once de la noche.
El mes pasado la gárgola de la fachada de la iglesia propuso que todas deberían declararse en huelga, debido al mal cuidado que han tenido a lo largo de los años: se cansó de la falta de limpieza que permite que el polvo se acumule en ella por meses, además, considera que los nuevos miembros no le mostraban el más mínimo respeto, y eso que ella estaba en su puesto desde la construcción de la iglesia. Cuando propuso su idea revolucionaria en la junta, se sintió decepcionada, pues ninguna otra gárgola estuvo de acuerdo, todas estaban más interesadas en el chisme del párroco y sus reuniones pasionales con la monja.