José Luis Velarde
Infamia
—¿Qué pasó, mi lic? –le estrecha la mano el funcionario.
—Pues aquí –responde ceñudo y preocupado–. Se me volvió a pasar la mano.
—Sí –mira la pieza en desorden.
Hay un cuerpo desnudo tendido en el piso; el político luce sus ropas mal puestas y nota los puños maltratados.
—Ya me doy cuenta –frota la barbilla con escaso vello–. Usted tranquilo, jefe. Los montes son muy amplios…
—Eh… los montes, sí. ¿Quedamos igual?
—No, mi lic –sonríe creciéndose–. ¿Qué no se da cuenta de cómo está la cosa? Todo sube a diario, los hijos se desarrollan demasiado rápido y avanzan en la escuela…
—¿Y cuánto más va a ser?
—Pues –rasca su nuca y hace cálculos mentales–. Diez milagritos extra, ¿no?
—¡Diez!
—La muchacha no es una desconocida. ¿Quiere que la identifiquen luego, saquen conclusiones y sepan de usted?
—No, no… cuenta con tus diez milagritos extra.
—Gracias, jefe. ¡A ver, muchachos! ¡A limpiar!
—¿Qué pasó, mi lic? –le estrecha la mano el funcionario.
—Pues aquí –responde ceñudo y preocupado–. Se me volvió a pasar la mano.
—Sí –mira la pieza en desorden.
Hay un cuerpo desnudo tendido en el piso; el político luce sus ropas mal puestas y nota los puños maltratados.
—Ya me doy cuenta –frota la barbilla con escaso vello–. Usted tranquilo, jefe. Los montes son muy amplios…
—Eh… los montes, sí. ¿Quedamos igual?
—No, mi lic –sonríe creciéndose–. ¿Qué no se da cuenta de cómo está la cosa? Todo sube a diario, los hijos se desarrollan demasiado rápido y avanzan en la escuela…
—¿Y cuánto más va a ser?
—Pues –rasca su nuca y hace cálculos mentales–. Diez milagritos extra, ¿no?
—¡Diez!
—La muchacha no es una desconocida. ¿Quiere que la identifiquen luego, saquen conclusiones y sepan de usted?
—No, no… cuenta con tus diez milagritos extra.
—Gracias, jefe. ¡A ver, muchachos! ¡A limpiar!
Hoja en blanco
23 de April de 2019 / 19:17
23 de April de 2019 / 19:17
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