La maldición del rey Midas – Autor: malvadisco

Había una cordillera de oro fundido que llegaba hasta un océano dorado. Con los pies huesudos, los supervivientes apartaban las filigranas en forma de insectos, hojas y sabandijas en busca de algún comestible. Lloraban al reconocer en la faz de las estatuas de oro las facciones de sus conocidos impresas en el metal. De nada servía aquella fortuna si solo pensaban en intercambiarla por una hamburguesa, un amigo o un lugar donde dormir. Todo a causa de la lluvia de meteoritos que, al cascarse contra la atmósfera, doraron con su hirviente contenido desde los bosques, los animales, hasta las ciudades y sus cultivos bajo un baño de 24 kilates.