Sra(a) tallerista: favor de considerar esta versión. Muchas gracias
Sabía que algo terrible iba a ocurrir. Poco después del despegue se lo anunció el simpático y amable pasajero del asiento contiguo, al lado de la ventanilla, quien le advirtió, de manera muy convincente, que no debía mencionarlo a él. Pensó en llamar a una azafata y advertirle del peligro, pero comprendió que no era lo más indicado. Se levantó de su asiento y fue al baño en la cola del avión. Ahí esperó un minuto, después del cual se propinó varios golpes en la cara, se abrió la cabeza al romper el espejo e hizo un boquete en el techo, al tiempo que gritaba y pedía auxilio. La tripulación consiguió abrir la puerta y rescatarlo. Enloquecido afirmaba que algo o alguien lo había atacado saliendo del techo. Fue preciso que el avión regresara a tierra donde fue llevado al servicio médico para curar sus heridas mientras la aeronave era revisada. Después fue conducido a una sala para interrogarlo, donde minutos más tarde se recibió el reporte de la inspección.
—Sabemos que las heridas y golpes se los hizo usted mismo. Eso es muy grave— advirtió uno de los hombres ahí dentro.
—. Pero no se preocupe, su heroica acción salvó muchas vidas. Durante la revisión del avión se encontró una fisura en el fuselaje, cerca de la cola, que hubiera sido catastrófica. ¿Cómo lo supo?
—No lo sé con certeza —afirmó él —. Recuerdo que mi ve… que mi vejiga me solicitó que la atendiera y es todo lo que hay en mi cabeza. Después todo está oscuro y revuelto —concluyó.
—Lo entiendo —dijo el hombre dándole una palmada en el hombro —Puede irse. Aquí está su boleto para abordar otro avión si lo desea y su equipaje. También un pase vitalicio gratuito, en agradecimiento.
Afuera lo esperaba sonriente el gracioso enanito del asiento contiguo, quien tomó su mano antes de ir en pos del vuelo que los llevaría a su destino.
—Sabemos que las heridas y golpes se los hizo usted mismo. Eso es muy grave— advirtió uno de los hombres ahí dentro.
—. Pero no se preocupe, su heroica acción salvó muchas vidas. Durante la revisión del avión se encontró una fisura en el fuselaje, cerca de la cola, que hubiera sido catastrófica. ¿Cómo lo supo?
—No lo sé con certeza —afirmó él —. Recuerdo que mi ve… que mi vejiga me solicitó que la atendiera y es todo lo que hay en mi cabeza. Después todo está oscuro y revuelto —concluyó.
—Lo entiendo —dijo el hombre dándole una palmada en el hombro —Puede irse. Aquí está su boleto para abordar otro avión si lo desea y su equipaje. También un pase vitalicio gratuito, en agradecimiento.
Afuera lo esperaba sonriente el gracioso enanito del asiento contiguo, quien tomó su mano antes de ir en pos del vuelo que los llevaría a su destino.
Septentrión
15 de December de 2016 / 06:39
15 de December de 2016 / 06:39
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